Este proceso se realiza durante todo el ciclo de vida del proyecto, en cada iteración. El objetivo es identificar
tempranamente los riesgos y los problemas como para que puedan mitigarse, establecer los objetivos para la
iteración y apoyar al equipo de desarrollo para alcanzar dichos objetivos.
El gerente del proyecto y el equipo comienzan una nueva iteración. Se definen las
prioridades de trabajo para dicha iteración. El gerente del proyecto, las partes interesadas y los miembros del equipo
acuerdan en lo que se supone que se construirá durante esa iteración.
Los miembros del equipo se asignan al trabajo a realizar en la iteración. Cada miembro del equipo desglosa los
elementos de trabajo en tareas de desarrollo y estima el esfuerzo. Esto proporciona una estimación más precisa de la
cantidad de tiempo que se gastará y de lo que se puede lograr de forma realista en una iteración dada.
A medida que se ejecuta la iteración, el equipo se reúne regularmente para informar el estado del trabajo completado,
el trabajo que debe hacer a continuación y problemas que estén bloqueando el progreso. Según sea necesario, el
equipo realiza correcciones para lograr lo planificado. La idea general es que los riesgos y los problemas sean
identificados y gestionados a lo largo de la iteración, y que todos conozcan el estado del proyecto.
Durante las evaluaciones de la iteración, el criterio clave de éxito es la demostración al cliente y partes
interesadas de lo que se ha construido. Las lecciones aprendidas se capturan para modificar el proyecto o mejorar
el proceso. Si el final de la iteración coincide con el final de la fase, se debe realizar una evaluación del
cumplimiento de los objetivos para esa fase.
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